yogures de la infancia

era algo que tenía superado des de su pubertad, cuando en su entonces superpoblado pueblo de 25 habitantes, el pasatiempos favorito de sus contemporáneos era atarlo a la silla de metal del ayuntamiento y agotarlo de cosquillas navidad tras navidad hasta que dejaba de llorar. alguien que durante un tiempo importó, dijo que eso se podía considerar tortura. él preferia llamar-lo el toque de gracia de su CV.
pero esa tarde, en medio del llanto descontrolado que asomaba des de hacía cuatro meses en la habitación de al lado, le apeteció comerse un plato entero de aceitunas con tenedor.

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